Blogia
VOZ UNIVERSITARIA

TRASCENDENCIA ARTÍSTICA DE ESPEJO DE PACIENCIA


Grettel Reinoso Valdés

El canario Balboa, aquel escribano de la Villa del Puerto Príncipe, seguramente no consiguió imaginar que su Espejo de Paciencia se convertiría en la primera obra literaria de las letras cubanas; ni siquiera comprendía lo que significaba ser cubano.
Con cierta herencia italiana versificó en octavas reales un suceso ocurrido en Bayamo, que resultó ser argumento para un poema épico a la usanza de las letras clásicas.

Ya por el año 1608, Balboa, junto a los siete sonetistas que loan su obra, demuestra que desde entonces estaban presentes en la Isla las inquietudes literarias. Si bien no es
acertado pedirle peras al olmo e intentar atribuirle al Espejo… méritos que no le competen, no ha de pecarse de ingenuo o insensible y no alcanzar a ver sus valores más significativos.

No por gusto se considera Espejo de Paciencia como un poema épico que inauguró la creación en Cuba en el campo de las letras. ¿No existen escritos anteriores? Escasos, pero existen. Sin embargo, el Espejo… -a pesar de las pocas luces que un escribano con pocas luces de poeta en un siglo de pocas luces para este terruño colonizado- muestra una intención artística que logra reflejar, sin proponérselo, importantes conflictos de la época y elementos de un entorno que, aún sin voz propia, presenta indudables rasgos que lo diferencian de la Madre Patria.

El comercio de rescate y contrabando, junto al ataque de corsarios y piratas, fueron parte de la vida diaria de la colonia en ese período, a tal punto que integraron las actividades económicas principales de muchas villas, como Bayamo, que en alternativa a la exclusividad del puerto habanero, vivía de “rescatar y contrabandear”. Este fenómeno es la base del argumento de la obra y su razón de ser. Puede verse en el siguiente ejemplo cómo Balboa, aunque está haciendo referencia a una práctica ilegal, parece referirse a un suceso cotidiano:

Tiene el tercer Filipo, Rey de España,
La ínsula de Cuba, o Fernandina,
En estas Indias que el Oceano baña,
Rica de perlas y de plata fina:
Aquí del Anglia, Flandes y Bretaña
A tomar vienen puerto en su marina
Muchos navíos a trocar por cueros
Sedas y paños, y a llevar dineros.

La fidelidad al trono lejano es otro punto que refleja la época vivida. La lucha de los héroes de esta historia va dirigida a los grandes enemigos de la corona: los corsarios franceses. El nombre de España también hace su presencia en una frase de hidalguía:

En esto, cual leones tras de gamos,
salen los nuestros ya de la montaña,
Y en delantera el buen Gregorio Ramos,
Diciendo ¡Santiago, cierra España!

Otro rasgo histórico se aprecia en el tratamiento imparcial hacia el enemigo. Los conceptos de heroísmo y valentía se imponían ante la naturaleza de las acciones, por lo que Gilberto Girón en su arriesgada hazaña del rapto del obispo, recibe más que repudio del autor de estos versos, que en diversas ocasiones lo premia con calificativos tales como “valeroso” o “capitán sabio y experto”. Véase cuánta dignidad y arrojo hay en las palabras del francés a su tropa de secuestradores:

Caros amigos, dulces compañeros,
De lo mejor de Francia procedidos,
Acordaos que Reinaldos y Oliveros
Primero fueron muertos que vencidos.
Mostrad como valientes caballeros
El gran valor que os hace conocidos,
Haciendo en esta gente cruel matanza,
Que con la vida al fin todo se alcanza.

El sentimiento religioso como esencial patrón de conducta también es parte de esa época que muestra Espejo de Paciencia. Aunque en la realidad puedan existir otras razones, este poema alcanza su máxima expresión épica en ese gran combate de venganza o más bien intento justiciero que metafóricamente pudiera compararse a una cruzada cristiana en pos de enmendar el ultraje hacia semejante autoridad eclesiástica.

Pero más que una época, -que aquende al Atlántico distaba de tener voz propia- Balboa ingenua y espontáneamente, se hace parte de su expresión en el contexto de la Isla, al reflejar componentes de su naturaleza y sociedad. De esta forma, aunque sin el menor rastro de intención local y ni siquiera diferenciadora, aparecen en los versos elementos de la flora de Cuba:

De los prados que cercan las aldeas
Vienen cargadas de mehí y tabaco,
Mameyes, piñas, tunas y aguacates,
Plátanos, y mamones y tomates.

La composición étnica de la sociedad tampoco escapa a Espejo de Paciencia. Aparece el término “criollo” (usado para blancos y negros) que aunque distaba de tener un significado auténtico, resulta un elemento categorizador y antecedente de un futuro estandarte de la nacionalidad cubana. También son parte de esta gesta, unidos a los blancos por una sola causa, los indios y los negros, catalogados individualmente como “valiosos” y “gallardos”. Pudiera decirse que esto es un atrevimiento de Balboa, quien ni remotamente buscaba coquetear con alguna tendencia de la época, ya que semejante mirada hacia el último eslabón social no constituía ninguna gracia para los literatos, ni para sus respetados lectores. En los siguientes versos Balboa premia la hazaña del negro Salvador:
Y tú, claro Bayamo peregrino,
Ostenta ese blasón que te engrandece;
Y a este etïope, de memoria digno,
Dale la libertad pues la merece.
De las arenas de tu río divino
El pálido metal que te enriquece
Saca, y ahorra antes que el vulgo hable
A Salvador el negro memorable.

Una característica interesante de Espejo de Paciencia es el tono coloquial que predomina en la obra. Silvestre de Balboa encarna como narrador a un vecino cualquiera que se expresa en un tono sentencioso derivado de la sabiduría popular con un sentido moralista de aplicación práctica en la vida cotidiana. He aquí tres ejemplos, que encuentran su rima en los dos últimos versos de las octavas:

Que no teme presente ni futuro
El que con su quietud vive seguro .

Que el hombre noble y de alta cortesía ,
aún de quien no conoce se confía.

Que esto del dar allana inconvenientes,
Y ablanda a todo género de gentes.

Pero es en ese momento en que personajes genuinos de la mitología occidental aparecen a recibir al obispo Altamirano con atuendos y obsequios adaptados al entorno de los campos de Cuba, cuando la obra alcanza su máximo vuelo:

Bajaron de los árboles en naguas
Las bellas hamadríades hermosas,
Con frutas de siguapas y macaguas
Y muchas pitajayas olorosas;
De virijí cargadas y de jaguas
Salieron de los bosques cuatro diosas,
Dríades de valor y fundamento,
Que dieron al pastor grande contento.

Esta aparición de figuras mitológicas, legadas a la cultura universal por parte de la civilización griega, aporta a la obra cierta carga de intertextualidad, aunque mecánica y dada a partir de la simple yuxtaposición de elementos genuinamente universales con otros del mismo modo locales. No parece tener el autor mayores justificaciones para estos préstamos que las que se muestran, podría decirse que como un intento de “culturizar” su obra, en los primerísimos versos del Espejo…:

Canten los unos el terror y espanto
Que causó en Troya el Paladión preñado:
Celebren otros la prisión y el llanto
De Angélica y el Orco enamorado:
Que yo en mis versos sólo escribo y canto
La prisión de un obispo consagrado,
Tan justo, tan benévolo y tan quisto,
Que debe ser el sucesor de Cristo.

Este antojo de Balboa tampoco fue bien acogido por la crítica pero la brecha del tiempo nos permite apreciarlo de buena gana y encontrar desde entonces otro antecedente de las tradiciones cubanas, que no solo llevan en sí la mezcla sui géneris o la fácil asimilación de hechos insólitos, sino que son propensas a romper esquemas supuestamente sagrados para adaptarlos a su propio contexto de forma desenfadada y hasta graciosa.

3 comentarios

Durga -

Cómo? De què hablas? Qué poema? Tal vez pueda ayudarte...

valeria -

necesito el poema de el autor anonimo paciencia porfavor ayudenme no encuentro

Anónimo -

Caliente...
la edicion de Abril de
www.AndresRivero.com
Cuba de verdad